Inés tiene seis meses, es hora de que empiece con la alimentación complementaria COM PLE MEN TA RIA.
Estoy harta de que me digan: ‘verás como ahora es mucho mejor’, ‘ahora dormirá más’. Anoche, mientras Papá preparaba el biberón con leche de fórmula (llena de aceite de palma, por cierto) y cereales, yo sólo podía pensar en que voy a perder ese momento cuando llego del trabajo y nos acostamos juntas en la cama mientras Inés mama. Y es demasiado pronto, para mí lo es.
Ya sé que Inés está creciendo, que es lo normal y sano, y que lo de la leche de fórmula lo arreglo sacándome leche, pero, que quieren que les diga, no me da tiempo, es así, aunque no me crean. Nunca he tenido un banco de leche en el congelador, me ponía contenta si llegaba a tener para una toma; ahora mismo tengo una bolsita con 60ml, pero es que he llegado a congelar hasta 5ml, me da igual, para mí eso es oro.
El caso es que anoche le dimos a Inés su primer bibe con cereales y yo después me eché a llorar. Un poco por las hormonas, supongo, y un poco porque veo como se me escapa de las manos esta etapa de bebé-bebé. Inés no volverá a ser tan pequeñita y cada vez me necesitará menos, y eso está bien y es sano, pero a mi me pone triste. Cada vez publicaré menos fotos en instagram con los hastags #lactanciamaterna o #breastfeeding, dejaré de sentirla tan cerquita, la teta ya no será lo único que la calme durante un berrinche, dejará de haber algo entre nosotras que sólo ella y yo podemos sentir. Inés ya no será tan mía, sino un poquito más del Mundo. Y eso es lo normal y está bien y es sano, pero yo hoy, egoístamente, estoy triste.
Pd: hay que ver cómo cambia uno con esto de parir.